miércoles, noviembre 22, 2006

En tierra de Nadie visitada por Todos

2006. nov. 22


Me acerqué por detrás, sigilosa... me detuve un momento y te observé. Estabas extraño. aporreando una puerta que estaba abierta.

- ¿Qué haces?- pregunté.

-Quiero entrar- respondiste, distraído en tu tarea.


Ladeé la cabeza y te sonreí...


-¿Pero es que no ves que ya está abierta?

-¿¡Qué!?- te paraste de repente, verdaderamente asombrado de oírme decir aquello. La duda y la confusión se veían reflejados en tus ojos; trastabillaste, y te caíste hacia atrás. Me acerqué a tí y te tendí la mano para ayudarte a levantar.


-¿Qué haces aquí?- inquiriste.

-¿Aquí? ¿Yo?- reí, y mirando a mi alrededor te señalé la oscuridad que se cernía sobre nosotros, y la extraña luz que emanaba tanto de la puerta como de nosotros dos. -Esto es mío, aquí habito yo... La pregunta es, ¿Cómo has hecho tú para llegar hasta aquí, y además abrir la puerta? Y todo eso ciego.



No parabas de mirarme, parecías un niño pequeño al que le acaban de decir que Papá Noël no existe. Parecías tan perdido y titubeante. No hacías más que preguntarme qué debías hacer, como si yo tuviese la respuesta a todas tus preguntas. Y yo no podía parar de sonreirte y de mirarte a los ojos... eran tan claros, tan expresivos, y sin embargo lograste engañarme... ay.



Comencé a dirigir la conversación hacia otros temas más triviales, para tratar de menguar tu aturdimiento. Y a medida que hablábamos tu mirada se dirigía furtiva hacia la puerta, tratando de explicar en silencio por qué sentías esa atracción tan grande, por qué por cada poro de tu piel emamnaba el deseo irrefrenable de cruzarla.

Yo te veía, y sabía qué era lo que te pasaba. En ocasiones me preguntabas por qué, y yo sólo te sabía responder una cosa, y tu frustración aumentaba. Había momentos en los que dabas uno o dos pasos titubeantes hacia la puerta, pero enseguida retrocedías, temeroso. Por una milésima de segundo me recordaste a mí, perdida en tierra de nadie, y llena de dudas, pero luego comprendí, que yo sí me había arriesgado: yo había cruzado la puerta al segundo intento, el deseo fue demasiado para mi...


Entrar o no entrar, esa era la cuestión.



Lo que sucede... es que creía que sabía lo que ibas a hacer; creía que ibas a cruzar el umbral de la puerta, y que te quedarías ahí, como me quedé yo, observándolo todo, asombrada de lo luminoso que parecía todo desde dentro...








...Me había olvidado de Béquer.

4 comentarios:

rianean dijo...

ala cómo te puedes haber olvidado de bécquer, el tipo este que escribía sobre piratas y mendigos? xDDD

Libelle dijo...

Jajajajjaa

Es verdad, ni yo misma me lo explico, con la cancion del pirata que tenia cien cañones por banda... era muy divertido el pirata, no??? xDDDD

rianean dijo...

vaya si era divertidísimo, si se le acercaba alguien le acercaba alguien, le destrozaba la cabeza de un cañonazo... si esque eran la rebomba los piratas!!!!
jaja

Smilegirl dijo...

hay veces que la oscuridad de lo infinito te llena más que la claridad del ahora , no?

precioso ^^