jueves, julio 27, 2006

Life can be so sweet...

2006. Jul. 28

Eres tan...tú. Con ese interés desinteresado, es difícil no fijarse en tí; cuando estás en una habitación es difícil no darse cuenta de que tú estás en ella, aunque permanezcas en silencio todo el rato. Me encanta el efecto que causas en mi cuando hablo contigo... eres capaz de hacerme sonreir completamente de oreja a oreja, y tenerme suspirando toda la noche, sin que llegue a cansarme nunca de pensar en qué fue lo último que me dijiste.

Cuando esta mañana he oído la canción que me nombraste, no pude evitar ponerme a reir a carcajadas, y a llorar a la vez... Es difícil amarte, especialmente para mi, porque yo ya creia que te habia olvidado, que lo que a mi me pasaba contigo habia quedado más que enterrado y olvidado, y que ahora sólo quedaba espacio para una buena amistad.

No sé qué hacer... no sé si rendirme y dejar que el corazón me juegue una mala pasada otra vez, haciéndome ver oasis donde sólo hay arena y desierto; tal vez debería no volverte a hablar, prohibirme el pensar en ti, el soñar contigo... Las dos posibilidades son igual de tentadoras...


Tal vez Armanda acabe convirtiéndose en Harry Haller, al fin y al cabo...

miércoles, julio 26, 2006

Amanecer de Luna

2006. Jul. 26

Duerme... mueve los ojos bajo los párpados cerrados; todo su cuerpo se tensa y abre un ojo. Mira a su alrededor, en guardia, esperando ver en la oscuridad de la cueva surgir esa figura que lo atormenta en sueños. Pero una vez más todo es inútil, la cueva sigue igual de oscura y silenciosa, carente de vida, a excepción de la suya propia y la de algún animal que busca huir de los depredadores de la eterna noche.
Tira de las pieles y se dispone a sumirse en el más profundo de los sueños, pero algo se lo impide. Siente una presencia cerca de sus pies, y unas ganas irrefrenables de adentrarse en la noche, abandonando así la segutidad de su cueva. Trata de luchar contra este impulso durante unos instantes, pero finalmente, y sin haber opuesto demasiada resistencia, sale de la cuva y se adentra en el corazón del bosque; y es ahí donde empieza el verdadero sueño... o pesadilla. Siente un millón de ojos posados en él, estudiándolo, y aunque la oscuridad es total, puede notar que está interrumpiendo algo. El silencio sepulcral acompaña a la noche, que cubre con su manto de estrellas el bosque, tratando en vano de disimular las emociones que desprende cada ser vivo de una manera intensa, casi dolorosa: miedo, recelo, rencor, odio... incluso pena, pero muy poca. Al fin llega a un acantilado, y al pie de este se distnguen las luces de varias hogueras, y movimientos ágiles y ligeros.
Baja poco a poco, con una habilidad antes desconocida para él, y según la distancia entre él y el suelo disminuía, podía oír con mayor claridad las primeras notas de una melodía embriagadora. Al fin llegó al suelo, y sólo le separaban cinco metros escasos del improvisasdo campamento, distancia suficiente para contemplar el espectáculo sin ser visto tras la seguridad que le ofrecían los arbustos silvestres.
De repente todo se sume en el más profundo de los silencios, la melodía cesa, y los suaves murmullos, que antes Laureen había confundido con el fluir del río paran. Y comienza la verdadera celebración: comienza a subir una melodía dulce y con ritmo, que acompaña los movimientos ágiles y pulcros de las figuras. Laureen los contempla extasiados, pues nunca había visto tales movimientos y posturas, y simultáneamente sigue el ritmo con un suave balanceo. El príncipe continúa contemplando el espectáculo durante veite minutos, que parecieron segundos, cuando todo paró de repente. Se apagaron las hogueras, la música cesó, y el baile terminó. Todas las figuras tenían la cabeza gacha cuando, de entre las montañas comenzó a surgir un leve resplandor plateado, y todos los bailarines, músicos, y espectadores, levantaron la mirada hacia los gigantes de piedra. El resplandor se fue haciendo más y más brillante a medida que pasaban los minutos, hasta que por fin la luna se mostró con todo su pálido esplendor. Laureen está contemplando el espectáculo más hermoso de toda su existencia, y cuando cree que ya no puede ver nada más maravilloso e inesperado, se da cuenta de que la luna está comenzando a cambiar de color; el plateado se torna rojo, y éste naranja, hasta quedar un color uniforme entre el plateado y el naranja. Las lágrimas de éxtasis comienzan a brotar de sus ojos mientras observa cómo libélulas y luciérnagas inician el vuelo, creando una coreografía improvisada alrededor del brillo de la luna, y los bailarines comienzan a balancearse de derecha a izquierda, murmurando una suave letanía, sin dejar de contemplar el cielo:

martes, julio 25, 2006

No te muevas...

2006. Jul. 25

No te muevas... Respira... Siente todo eso que llevas tanto tiempo queriendo sentir, tócalo todo, siente su textura suave y áspera bajo la yema de tus dedos, en la superficie de tus labios. Cierra los ojos... trata de descubrir el color que se esconde tras ese suave sonido. Imagina cómo sería todo eso junto.. todas esas emociones, texturas, sabores y colores juntos, y crea una feria que nunca cerrase, en la que los niños pudiesen montar en todas las atracciones din necesidad de hacer cola, una feria en la que pudiesen comer todo el algodón de azúcar que les apeteciese sin que nadie se los prohíba. Imagina cómo ha de sentirse alguien que sueña con visitar la biblioteca Laurenziana, contemplar con sus propios ojos todo aquello que imaginó antes Miguel Ángel, imagina que su sueño se cumple y logra visitar todos los edificios que creó y diseñó Miguel Ángel, trata, aunque sólo sea por un segundo, de pensar en todo lo que pasa por su cabeza cuando contempla la Capilla Sixtina, e intenta autoconvencerse a si mismo, de que fue un hombre, y no Dios, quien creó tanta belleza. Trata, por ti mismo, de comprender lo que hace sus ojos se llenen de lágrimas al contemplarlo todo.
Sólo inténtalo...y si lo consigues, habrás conseguido descubrir qué se siente al amar y no ser amado, sentirás ese gusto agridulce en el corazón... Sa brás lo que es el Arte. No te muevas... Respira...

sábado, julio 08, 2006

La Muerte de la Rosa


2006. Jul. 8

Primero empezó como un capricho... yo sonreía y contemplaba la rosa roja... me gustaba pensar que me la habías regalado tú... aunque ni siquiera habías venido ese día.
Pensaba en tí y mi corazón se aceleraba, me subía la adrenalina, y sentía ganas de salir de allí y correr, y mientras corría, reía... Me sentía feliz porque te amaba... amaba tu distanciamiento, tus conversaciones sensatamente incoherentes, tus arrebatos de cordura en este mundo loco; y aunque nunca me llegaste a corresponder, yo siento como si me hubieses amado como yo a tí, siento como si tú también hubieses buscado en mis labios el oasis del desierto, y en mis abrazos, la calidez que se ansía en invierno.

Recuerdo que miraba la rosa y sentía unas ganas inexplicables de morderla... y así lo hice. Acerqué la rosa roja a mis labios y la mordí; y las rocas lloraron, los pájaros cayeron al suelo dscorazonados, y las flores perdieron su olor, mientras que de la rosa que había en mi boca brotaba la sangre... la dejé morir acariciándola con mis labios.