lunes, septiembre 04, 2006

Te falta gracia... ¿Aún crees que me conoces?

2006. Sep. 4

Estoy en la cama, con un gripazo enorme... 38ºC de fiebre, y mis pies se han declarado oficialmente en huelga, ya no quieren caminar: al menos no hasta que las rodillas dejen de temblar.

Se abre la puerta de la habitación. Giro la cabeza hacia la pared contraria a la puerta y cierro los ojos, simulando estar dormida. "Ojalá que no sea él", pienso. Pero sí, es él... su perfume y su agitación son inconfundibles. Sigo con los ojos cerrados.


-¿Por qué cada vez que vengo te haces la dormida?

Continúo en silencio...


-¿Tan horrible te pareció? Fuiste tú la que lo hizo... fuiste tú la que me lo pidió, yo sólo cumplí mi promesa.


Tal vez debería responderle. Lleva razón. Al fin y al cabo, lo hice yo.


-Siempre igual... ¡Seguirás siendo toda tu vida una condenada egoísta y ególatra, Jenny!


¡A la mierda! ¿Piensa eso de mi? ¡Muy bien! Me da igual, de todas maneras, ya me deshice una vez de la última persona que me llamó así, y puedo volver a hacerlo.


Suspira y se va. Cierra la puerta dando un sonoro portazo, y yo espero unos momentos a que su fragancia y su angustia se vayan tras él... Sé que no podría soportar reincorporarme con parte de él todavía ahí..


Vuelvo a abrir los ojos, me incorporo, y miro la puerta por la que acaban de salir él y su estúpido sombrero calado hasta las cejas. Miro la puerta con tanto odio... Comienzo a pensar en lo que habría podido contestarle, y casi sin darme cuenta, estoy volviendo a pensar en ella, en lo que hice. Y me da tanta rabia... Me tapo con la sábana y comienzo a llorar por cuarta vez en la mañana...


... De remordimiento.



Ella sigue allí, al lado de él, con miradas llenas de amor y ternura para él, y miradas envenenadas para mi. Me miraba de una manera como diciéndome: "Mira, a mi me quiere y a ti no te hace ningún caso. Te guste o no, es mio, y siempre será asi."
Ya hace rato que nos separamos de la puerta y andamos solos por la estancia. Ellos dos charlan animadamente, yo callo, y busco al lobo con la mirada (a pesar de que no se ve nada)... ¿Cuándo se separó de nosotros?

Aún no me puedo creer que accediese a adentrarme en este antro oscuro y deshabitado con ellos dos. Andar con ellos a oscuras es como andar sola con un insesante cuchicheo procedente de ninguna parte, y con la eterna sensación de que te está mirando la puta nuca aunque no te la vea. ¡Es horroroso!

Tampoco sé por qué entré aquí, qué me empujó a fiarme de la sonrisa de un hombre que cumple sus promesas aunque le hagan sufrir a él o a los demás. A decir verdad, no sé por qué pensé que era Harry Haller... por qué me pareció atractivo e interesante por una pequeña pero intensa fracción de segundo. Al fin y al cabo, vestía ropas andrajosas, y su higiene personal dejaba mucho que desear...

Creo que lo seguí por lo que leí en el cartel... "SÓLO PARA LOCOS", ponía... Cuando lo leí el corazón se me aceleró, y me dio vueltas la cabeza; luego él me tendió la mano... y yo se la cogí porque no sabía lo que hacía.

¿No sabía lo que hacía? Me reí por lo bajo... Mis pies sí sabían lo que hacían.

Di un traspiés con algo en el suelo, y casi no beso el piso. Cuando me incorporé miré a las velas con infinito odio, como si ellas tuviesen la culpa de todo lo que estuviese pasando. Nunca había visto unas velas que iluminasen tan poco.

Como todo está tan oscuro decido andar con las manos por ojos; "Como Paloma", pense. Entonces toqué algo frío con las manos, era el pomo de una puerta. Lo giro, y empujo, para descubrir una habitación blanca que parece no tener fin, con una cama en un extremo y una sola ventana muy grande, abierta siempre.
La puerta se cierra tras de mi por una corriente de aire, y me doy la vuelta para tratar de evitarlo, pero llego tarde. Sin embargo, no fue por el viento por lo que la puerta se cerró, sino porque él acababa de entrar.


-¡Le estaba buscando, señor Haller! ¿Qué es esto?


Pero Haller pasó a mi lado sin mirarme, como si a sus ojos fuese invisible. Tenía el rostro grave, preocupado... y triste, pero era diferente... había algo en él que no era lo mismo.
Se dirigió con paso firme a la cama, y se detuvo a un lado; no me habia dado cuenta de que había alguien acostado en ella.

Lo miré, curiosa... ¿qué estaría haciendo allí? Levantó la mano, como si fuese a tocar a la figura, pero se detuvo, y volvió a colocar el brazo junto al cuerpo, muy lentamente, como si le doliera hacerlo. En su lugar preguntó con una voz cansada, arrastrando las palabras:


-¿Por qué cada vez que vengo te haces la dormida?

4 comentarios:

AsDePiqas dijo...

...

Libelle dijo...

realmente significativo...




(Para el que lo entienda)

Anónimo dijo...

El énfasis de las palabras y la emoción de la lectura. De la fragancia de ésta y de lo efímero de la vida. Pero de lo bello de degustarse con palabras como las que se expresan aquí. La sabiduría o la ignorancia de hacerse el dormido en momentos de desesperación y tristeza, y finalmente, por mucho que pese, estar vivo. Creo que eso fue lo que me conquistó de ti. Tus bellas palabras, el don de hablar y hacer de ellas algo maravilloso para poder seguir... en este ¿mundo?. Gracias Jenny, gracias por hacer que cada palabra suene estremecedora y por hacer que en las pupilas se refleje algo. Emoción tal vez al descurbrir que he encontrado a la persona por la cual vale la pena seguir viviendo, escribiendo y sintiendo. GRACIAS POR SER MI AMIGA:
IMANOL.

Libelle dijo...

¡¡Qué bonitoo!! :')

Tu nunca dejarás comentarios, Ima, pero cuando los dejas te luces...

¡¡GRACIAS!!