domingo, febrero 25, 2007

Se acabó el carnaval...

2007. feb. 25


Y fue una palabra.. una sola pregunta la que quería hacer, una sola excusa, pequeña, irrelevante, que le valiese para hacer lo que su pecho clamaba...
Sólo quería establecer contacto con él...sentir que podía ser parte de él por dos segundos. Y lo hizo...



Y se sintió tranquila...arrullada por la corriente del río, por el suave murmurar de las aguas...se sabía extraña y reconfortada, sabía que eso no era suyo, que ese río no estaba en su pequeño rincón... por eso mismo también supo que no estaba sola...


Besó el aire...con delicadeza, casi sin quererlo, y entonces apareció; estaba frente a ella, con el torso descubierto. El agua le cubría hasta la cintura, y la miraba, confuso, como si fuese la primera vez que la veía, como si se acabase de dar cuenta, por culpa de esa pregunta, de que realmente existía. Y trataba averiguar por qué se asombraba tanto, por qué de repente se sentía tan perdido...

Ella se levantó, fue hasta él, y le acarició el rostro. Luego salió del agua, agachándose antes a recoger un pequeño trozo de cristal que brillaba dentro del agua. Y así, sin decir una palabra, se volvió a internar en el bosque, entre las risas de los pájaros, y los cuchicheos de los árboles, dejándolo solo con sus preguntas...

martes, febrero 20, 2007

You'll never know

2007. feb. 20


Se encontraba sentada en una esquina del club, semioculta de la mirada de la gente, pero con una perfecta visión del escenario. Recostada en la silla, y analizando el líquido de color ambarino que tenía delante, esperaba paciente a que el presentador anunciase la actuación de esa noche.

Tardaron cinco minutos más de lo habitual en comenzar, pero la entrada fue tan emocionante como siempre. Primero salía el presentador, con traje de chaqueta negro, y una corbata roja estridente, el pelo brillante por la gomina peinado hacia atrás y un hedor de loción para después del afeitado que se extendía en las dos primeras filas de mesas, y luego se mezclaba con el olor a puro. Aquel hombre anunciaba la llegada de la droga de Sophie, y cuando su voz grave resonaba por toda la sala a través del micrófono, todos los sentidos de la chica se ponían alerta, espectantes...

Tras tres segundos de espera, un hombre de color, trompeta en mano, salía al escenario, y tras un corto aplauso afectivo, en el cual Sophie nunca participaba ( estaba demasiado concentrada, tratando de captar cualquier movimiento anómalo de aquel hombre), se llevaba la trompeta a los labios y comenzaba a tocar, y cada nota la llevaba más lejos de lo que nunca una pieza de jazz la había conseguido llevar nunca. La voz de mujer comenzaba a cantar en el segundo compás, siempre en el mismo, ni uno antes, ni más tarde, siempre en el segundo compás, y ella sentía que le costaba cada vez más respirar, sentía que tenía los ojos cerrados y que por ellos se derramaban lágrimas de éxtasis, por aquel virtuosismo con la trompeta, por aquella maravillosa combinación de voz y melodía, porque sabía que era algo más que música.

Nunca había podido terminar de oir la pieza hasta el final, siempre se levantaba a los dos minutos, incapaz ya de respirar, y salía al frio de la calle, desierta a las tres de la mañana, y allí respiraba grandes bocanadas de aire, llenaba sus pulmones y secaba sus lágrimas, y trataba de despejar su mente, y de entender porqué esa música creaba ese efecto en ella, quería saber porqué tenía esa sensación de estar por fin en casa, de volver al hogar, con la familia después de muchos años de ausencia...


Ese club era su casa, y la música su familia...

jueves, febrero 15, 2007

Behind me...

2007.feb.15


Y a veces pasaba las tardes enteras dormitando tumbada en la hierba, con las flores alzadas junto a ella, y una sonrisa perenne dibujada en su rostro. Observaba con los ojos entrecerrados las copas de los árboles sobre ella, la luz que se filtraba por entre las ramas, los dibujos que las sombras de las hojas dibujaban en su rostro, traviesas, moviéndose y bailando al compás del viento, de su melodía.


Y siempre que se perdía en su rincón del universo, el tiempo se detenía, perdía su identidad, su nombre, su ropa, sus prejuicios, sus miedos, sus esperanzas, sus sueños, su todo, para ser simplemente Ella. Y otras veces simplemente pensaba en las palabras que tenía escondidas detrás de los árboles, palabras, confesiones, que nadie había leído nunca, que le pertenecían solamente a ella, que nunca nadie leería o conocería, ahí se escondía esa parte de si misma que la dragona cuidaba celosamente y con cariño, como si se tratase de su hijo, para que nadie nunca la viera, para que nadie nunca la corrompiese con amor, celos, rabia, competitividad y esas cosas tan humanas pero, al fin y al cabo, tan suyas.

De vez en cuando se preguntaba por qué había cosas que se escribían y que debían permanecer ocultas para todos, que nunca debían ser rozadas por los ojos y la comprensión del "mundo real", por esa realidad sin sentido por la que nos sentimos vivos. Se preguntaba por qué era tan difícil sonreír a veces y también llorar. Se preguntaba por qué las personas no serían siempre niños, siempre inocentes, ingenuos, divertidos, inconscientes, capaces de creer que pueden volar sólo porque su corazón les dice que pueden, porque no hay nadie que les diga que "científicamente, ningún ser humano puede volar porque carece de las características físicas necesarias para ello, y, por lo tanto, los niños tampoco pueden volar". Se preguntaba la explicación a ese afán tan incomprensible de saberlo todo, de explicar todo lo que sucede, buscando porqués, en lugar de aceptar sin más lo que sucede, sonreír y seguir andando. Y se daba cuenta de que eso era algo que venía implícito en la condición de "ser", porque ella misma necesitaba conocer la explicación de algo...







Y todo sucedía rodeada de flores, tumbada entre la hierba, escuchando el suave rumor del viento, y los pájaros tratando de competir contra él, y su sonrisa aún dibujada en el rostro. Se puso de medio lado y se decidió por fin a dejarse llevar por el sueño, a dejarse calentar por el tibio aliento de la dragona que guardaba su sonrisa.




Al fin y al cabo, fuera del bosque, era una humana más.

miércoles, febrero 14, 2007

6 Agosto 1946 8:15h am

2007.feb.14


Tac...


Simplemente, pararon, no se volvió a oír más el ruido de los relojes, y aún así nadie estaba allí para oírlos, para tratar de descifrar el llanto amargo...

Miles de ellos quedaron calcinados, olvidados, relegados entre los escombros, bajo sus casas, junto a las personas que tal vez habrían sido sus amantes, sus parejas, sus amigos. Yacían sin vida condenados a vagar por la memoria de nadie, condenados a que el mundo olvidase que nacieron, condenados a que nadie piense en lo que "podrían haber llegado a ser si...".


Y no se volvieron a oír más llantos en las calles, más risas, más gritos exigiendo el silencio de los perros para poder dormir, ya la ciudad no despertaba con los primeros rayos del sol porque, simplemente, ya no había ciudad. Ya no había ruido, no había música, no había olor, melodía, sentimiento, vida, muerte...no había... nada...


Tic...

sábado, febrero 03, 2007

Y siguen las risas....

¡¡¡¡¡¡2007. feb. 3 !!!!!!


Palabras capaces de hacer que florezca una sonrisa de lo más hondo del alma, palabras capaces de hacer que ruede una lágrima de emoción por tu rostro, resbalando hasta tu boca y quedarse ahí como fugitiva. Palabras capaces de hacer que te recorra un escalofrío la espalda, palabras capaces de hacer que sientas que amas y eres amado, palabras anónimas y huérfanas capaces de hacerte sentir que son tuyas.

Quiero saber mirar a la gente a los ojos y poder decirles todo sin pronunciar una palabra. Quiero volver a encontrar unos ojos que me hablen de castillos encantados, de dragones, de princesas, de besos robados en el refugio de la oscuridad. Quiero volver a encontrar a esos ojos que sean sólo para mi, que solo me vean a mi y lo que soy.

Quiero encontrar la fórmula mágica que hace que tus palabras en el papel sean elixir de vida, quiero encontrar la manera de hacer que las personas se queden en la edad en la que nosotros las recordamos, tú para siempre tú, y yo por siempre yo, sin que cambie nada, dejando atrás los miedos, las dudas. Dejando sólo espacio para las eternas sonrisas, los eternos labios buscándose.


Porque creo que he llegado a la firme conclusión de que me da igual cómo sea y porqué...Hoy sólo sé reír y tratar por todos los medios posibles que las únicas lágrimas que se derramen por mis ojos sean de risa.






P.D.: Hoy es mi cumpleeeeeeeeeeeeeee!!!! =D =D =D

viernes, febrero 02, 2007

Hoy...¿día?

2007. ene. 2


Se miró las manos, pensativa. Les dio la vuelta y contemplo las palmas, y leyó la anotación, ya borrosa, del día anterior. Volvió a suspirar...otra vez. A veces creía que su vida era un continuo suspiro.

Levantó la cabeza al cielo, y se encontró con el techo de la biblioteca pública, tan blanco e inmaculado como siempre. Habría jurado que lo limpiaban todos los días, pero nunca lograba ver cómo lo hacían. En ocasiones, se pasaba horas y horas mirando al techo, tratando de averiguar cómo podía estar el tan limpio...no se veía ni una sola telaraña...

Volvió a bajar la mirada y la fijó en la silla vacía que tenía frente a ella; a veces le daba la sensación de que podía haber alguien sentado delante de ella, que no era capaz de ver, pero que la observaba, y se fijaba en cada gesto de su rostro y sonreía cuando la veía poner caras raras a la gente. Pero hoy no conseguía creer que hubiese nadie invisible sentado frente a ella. Hoy era uno de esos días extraños en los que se sentía muy bien, a pesar del creciente agujero negro que le devoraba la mitad izquierda de su pecho, hoy era uno de esos días en los que la gente la miraba, y le preguntaba que si estaba enferma, y ella no sabía qué contestar. Se sentía bien, ¿cuál era el problema? Hoy era uno de esos días en los que no entendía porqué sentía ganas de... a pesar de que recordaba los motivos demasiado bien.

Hoy no se sentía como siempre, porque sabía que ya no era una niña, que ya el día en el que le habían regalado su primera bici había pasado. Hoy sabía que dentro de un año cumpliría la mayoría de edad. Sabía que ese día llegaría, y lo esperaba de la misma intensa manera en la que deseaba que no llegase nunca. Hoy era uno de esos días en los que miraba al mundo a la cara y gritaba: ¡Estoy genial, de qué te ríes! y el mundo le devolvía la mirada y señalaba a sus ojos.



Ríamos, pues.